Al hablar de los Cameros, se repite siempre su afán de cultura y la preocupación por que sus niños reciban una educación escolar conveniente.
Ese talante y ese esfuerzo por adquirir formación se hace patente en toda la comarca, y creo que es digno de admirar teniendo en cuenta que en tiempos pasados eran personas con un bajo nivel de conocimientos, como lo demuestran los datos que nos ofrece el Catastro del Marqués de la Ensenada, según el cual, en el año 1.750 y para la ciudad de Logroño, estimaba que había un 75% de hombres analfabetos y un 95 de mujeres. Si esto ocurría en el medio urbano, pensemos que en el medio rural la situación no podía ser mucho mejor.
La educación no estaba subvencionada por el estado, como en la actualidad, entonces era pagada por el propio pueblo tal y como aparece anotado en el Libro de Acuerdos, Contratos, Escrituras, Inventarios y Oficios Penosos de esta Villa de Jalón de Cameros, diligenciado su inicio en el año 1.757 y depositado en el Archivo Provincial de La Rioja, sección Ayuntamiento de Jalón de Cameros.
Como aparece en una de las actas, en 1.772 se reunieron en concejo los vecinos de dicho pueblo, como era de uso y costumbre, con D. Juan Alvarez, para que diera escuela de primeras letras a los chicos de la Villa.
En el acuerdo tomado, deberían acudir los niños a la escuela desde los 5 años hasta los 8 cumplidos, pagando por niño y año media fanega de trigo por enseñarle a leer y una fanega si les enseñaba a leer y escribir.
Con la obligación para dicho Sr. Alvarez de "tocar a nublo" las campanas, según costumbre de la Villa pagándole por ello a celemín de trigo por vecino, incluidas las viudas.
Sin lugar a dudas, esta ayuda por tocar las campanas cuando amenazaba tormenta debía contribuir al sostenimiento del maestro, puesto que no habría muchos niños en el pueblo.
Sesenta y un años más tarde se reunieron nuevamente para el mismo tema el Ayuntamiento, Justicia y vecinos de la Villa, el día 27 de mayo de 1833, para tratar "sobre la educación de la juventud por haberse frustrado para esta Villa la escuela Pía de la Villa de San Román" (escuela fundada en 1.787).
Para esta acción era preciso proporcionar una dotación suficiente y poder sostener así un maestro de primeras letras. Se asignó una dotación de treinta fanegas de trigo anuales y doscientos reales en metálico.
La dotación en cuestión debía ser abonada de la forma siguiente:
Los niños varones entre 5 y 12 años asistan o no a la escuela pagarán anualmente por leer 4 celemines de trigo; por leer y escribir 8 celemines y por leer, escribir y contar 12. Pasada dicha edad la asistencia será voluntaria, pero si continúan deben pagar lo estipulado.
La niña pagará igual que el niño, con la diferencia de que la edad obligatoria de asistencia es solamente hasta los 10 años.
Los niños o niñas menores de cinco años que voluntariamente quieran acudir a la escuela pueden hacerlo, pagando anualmente dos celemines de trigo.
Si después de reunir el trigo pagado por los familiares de los chicos, mas 8 fanegas de la sacristía, dos por tocar las campanas y dos por ser el "fiel de fechos" (persona en calidad de secretario nombrada por el Ayuntamiento), todavía faltara trigo para completar las 30 fanegas, se obligan todos los vecinos mancomunadamente y por partes iguales a completar la dotación, no excediendo su reparto en un celemín y medio; si aun no se completase, el déficit se abonará entre los chicos y chicas.
Los 200 reales convenidos los ha de pagar totalmente el Ayuntamiento.
El día 4 de junio del mismo año celebran reunión en la sacristía de la iglesia los componentes del Cabildo y el Ayuntamiento, en esta reunión trataron el problema presentado por el compromiso adquirido anteriormente para el mantenimiento de la escuela pública, ya que el pueblo por ser de poco vecindario y escasos recursos no podía hacer frente a los gastos del maestro, por lo que solicitaban los emolumentos de la sacristía.
Oída la proposición por los componentes del Cabildo, éstos accedieron a contribuir para el sostenimiento del magisterio de primeras letras en las condiciones siguientes:
De esta forma las ocho fanegas de trigo de la sacristía pasaban a engrosar el sueldo del maestro.
De todo ello podemos deducir que la educación de los niños estaba pagada por el pueblo, no solamente por los padres, sino también por la solidaridad del resto de los vecinos.
Otro dato importante es la obligación de la educación, ya que en el acuerdo se obliga a pagar a todos los padres de niños comprendidos dentro de los límites de edad, fueran o no a la escuela, medida que inducía a la participación general en la formación.
Posteriormente los niños acudieron a la escuela de San Román, fundada por D. Simón de Agreda lo mismo que los niños de los pueblos limítrofes a San Román, pero por problemas de espacio, por carta de dicho D. Simón se restringe el número de niños que puedan asistir de estos pueblos. Así admite 2 niños y dos niñas de Velilla, 5 niños de Vadillos, 4 de Jalón, 3 de Torre, 3 de Santa María y 3 de Montalvo.
Una vez ampliados los locales para escuelas en San Román, con escuela separada para niños y niñas y maestros para las mismas, pueden dar acogida a mas niños de los pueblos limítrofes.
Por ello, D. José Antonio de Ágreda, hijo de D. Simón, en 1.853 reguló la asistencia de esta forma: 3 niños y 3 niñas de Velilla, 10 y 4 de Jalón, 10 y 4 de Vadillos, 2 y 1 de Avellaneda, 12 y 3 de Torre, 9 y 4 de Santa María, 8 y 2 de Montalvo, 3 y 1 de Valdeosera, 7 y 2 de Terroba.(1)
Los niños de Jalón asistieron a la escuela de San Román hasta aproximadamente el año 1.950 que se abrió la escuela de Jalón, subvencionada lógicamente por el Estado lo mismo que el resto de las Escuelas Nacionales de España.
Unos años más tarde el Ayuntamiento decidió construir una vivienda en el lugar donde estaba la fragua de propiedad municipal, para el maestro o maestra correspondiente, que realmente siempre fueron maestras las que estuvieron en Jalón en esa época.
Esta escuela estuvo funcionando hasta los primeros años de la década de los setenta, cerrándose como consecuencia de la falta de suficientes alumnos para mantenerla abierta.
Una vez cerrada, los pocos alumnos que quedaban tuvieron que desplazarse a San Román nuevamente o a otros Centros Escolares hasta que finalizaron el ciclo escolar.
Recordamos con cariño y nostalgia la escuela de Jalón con los mapas colgados en la pared, el encerado con las tizas y cada uno con su pizarra y pizarrín para escribir en ella, hacer las cuentas y llevar a casa los deberes, para borrar se utilizaba un trapo mojado y la mayor de las veces se borraba de forma "digital" con los dedos y saliva. Así como ahora manejan la tablet digital en nuestra época se usaba la pizarra que duraba mas rota que nueva puesto que por cualquier golpe que le dabas sin querer se rajaba por una esquina pero así duraba y duraba.
Además de la pizarra también utilizábamos los cuadernos de caligrafía y problemas que todavía hoy se siguen usando.
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